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¿Cuánto estar, cuándo ir,
cuánto cuesta?


¿Cuánto estar?


Buena parte de la gente con blogs de viajes dedica mucho tiempo a los mismos. No entendemos cómo lo hacen. Son malabaristas del tiempo o profesionales del viaje. Para los pobres humanos, gente de a pie, la vida es distinta. Tenemos un mes de vacaciones al año, y el viaje empieza y termina en unas cuantas semanas. Ese es el tiempo del que disponemos para ir de un sitio a otro. Por eso en nuestros viajes el diseño es mucho más importante. A los grandes viajeros el tiempo no les importa, se lanzan sin más y luego narran el resultado. Nosotros no. No podemos permitirnos el lujo de ir a nuestro libre albedrío. Tenemos los días contados. Para nosotros (y para ti… si te animas), el verdadero reto, es diseñar un viaje que transcurra por donde mismo van ellos pero en un tiempo ajustado.
Solemos dedicar al viaje el mínimo tiempo posible (entre 10 y 25 días dependiendo de la distancia). Cuanto más lejos de España más largo es, pues no tiene sentido que llegar y salir represente la mitad del tiempo de que dispones.
La dificultad que implica una cultura y un idioma diferentes también influye en el tiempo. Cualquier trámite que aquí hacemos en unas horas, allí nos llevará el doble. Y lo imprevisible también requiere de un cierto colchón de tiempo… las diarreas, una caída, no encontrar un billete. Todos esos pequeños tiempos estiran la duración del viaje, pero por otro lado, cuando estamos más de dos semanas fuera ya echamos de menos nuestra casita.
Una fórmula muy simple para calcular el tiempo que necesitas es: dividir la distancia total (por google maps) entre el número de kilómetros que deseas hacer cada día. A eso le añades dos días para ir y dos para volver, y el número de días de descanso de que quieras disponer en las etapas intermedias. Será un cálculo burdo pero bastante aproximado… si el resultado se ajusta al tiempo que tienes de vacaciones… ¡Adelante! Solo tendrás que esmerarte en un diseño que lo haga posible.

¿Cuándo ir?


Por lo general viajamos en primavera u otoño. Es más barato, hace mejor tiempo en las zonas tropicales, no hay tanto turismo y no tenemos que pelear con los compañeros para pedir vacaciones. Pero podemos viajar en invierno e incluso en verano si la climatología del lugar nos lo exige. Evitamos temperaturas muy altas o muy bajas, pero con un margen muy amplio (mínimas de 0°C y máximas de 35°C pueden ser tolerables). Más importante es el viento o la lluvia, porque pueden entorpecer y enlentecer mucho la marcha. Cualquier guía de viajes o simplemente buscando en la web, puedes aclarar tus dudas.

¿Cuánto cuesta?


Viajar en bicicleta debería ser barato o, al menos, más barato que viajar en coche o en cualquier otro medio de transporte. Eso es un hecho. El único gasto añadido es el transporte de tu bicicleta al lugar donde se inicia el recorrido (y el trayecto contrario al regreso), o en su defecto el alquiler o la compra de la bici. Por lo general cualquiera de estas opciones (llevar tu bici, alquilar o comprar) suponen un gasto muy similar: entre 150 y 300 euros, dependiendo del número de escalas que hagas si llevas tu bici, el número de días que la alquilas o la calidad de la bicicleta que compras. Por lo tanto, si echas cuentas, no parece que exista una gran diferencia con lo que cuesta alquilar un coche, teniendo en cuenta que el precio del coche se reparte entre todos los que viajan en él y hay que añadirle la gasolina y el parking (si lo necesitaras). Luego… el resto de los gastos del viaje es exactamente el mismo.
Sin embargo, si uno explora la red, encontrará cientos de historias de blogueros que viajan en bici por un precio muy reducido y, la verdad, eso para nosotros es un verdadero misterio, pues es como si el ciclista estuviera obligado a quedarse siempre en tiendas de campaña o en moteles de mala muerte. Ese modo de viajar, sin duda, reduce mucho el presupuesto, tanto si viajas en bici como si lo haces de cualquiera otro modo.
Nosotros no viajamos de ese modo. Por lo general nos alojamos en el que nos parezca que sea el mejor lugar posible y, si a veces se trata de lugares muy sencillos, es porque no existe una alternativa mejor en la localidad o porque ofrece una relación calidad precio insuperable. No somos ricos ni nos gusta tirar el dinero. En muchas ocasiones hemos tenido que alojarnos en lugares muy humildes y económicos, y ha sido sin duda una experiencia interesante, pero no es nada de lo que creamos debe presumirse. Viajar es un lujo y viajar en bici también, te quedes donde te quedes. Intentar aparentar humildad nos parece un gesto de cinismo con el que no comulgamos. Viviendo como vivimos no tenemos el derecho moral de vivir con menos que aquellos que nos acogen. Alojarnos muy por debajo de nuestras posibilidades, por simple snobismo, es una opción legítima, pero a nosotros nos parece una falta de respeto.
Viajar en bici es duro, cansa mucho, y hay días en los que se te hace pesado, por lo que poder descansar en buenas condiciones nos parece imprescindible y, si además contribuimos al desarrollo de la población que nos acoge, demostrándoles que esforzarse por el turista es bueno y rentable, el balance final del viaje es más favorable. Además, al final del viaje, si hemos sido buenos y nuestro presupuesto nos lo permite, nos damos un homenaje, estos es, nos quedamos en un alojamiento que esté por encima de nuestras posibilidades. Esto supone un esfuerzo económico que no siempre se puede hacer ni es necesario.
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